La trilogía de la polémica, así podría definirse. Críticas,
excesos, alargamientos, nostalgia y mucho dinerito embolsado. Todo ha llegado a
su fin (y cuando digo todo, me refiero únicamente al Hobbit. Este universo da
demasiado dinero como para que la industria no lo explote más).

Y Peter, si no te has dado cuenta, te lo digo yo: la
historia de Gandalf, Galadriel etc.. Y su descubrimiento del poder de Sauron le
pegan mil vueltas a Smaug, Erebor y los enanos. Ya que ibas a estirar el
chicle, podrías haberlo hecho por ahí. Eso sí, enhorabuena. Porque ver a
Christopher Lee en acción como Saruman con más de 90 años es una auténtica
delicia. Aun así, dos minutitos de
escena y volvemos a Erebor para no movernos de allí.
Hablando de Gandalf, un personaje épico, aquí nada explotado.
Está porque tiene que estar. Lástima. Parece que a estas alturas tanto el
equipo técnico como el artístico ya estaba un poco cansado. Seguramente ya
sabían cuál era el fin de la trilogía. Hay guiños a las posteriores entregas,
pero alguno que otro quizá está metido demasiado a presión ("Ve a cierto
sitio y busca a cierta persona hijo de cierto hombre y que allí se le conoce
como X..." Si no lo decían, reventaban).
Y el final, no está mal de todo, pero le falta algo. Quizá
una pizca de brillantez o algo que nos haga sonreír. No sé, algo se echa en
falta. Y es que, es absolutamente inevitable acordarse de la primera trilogía,
una joya inigualable. Sabemos que El Hobbit es un cuento para niños, pero esa
excusa no vale si tenemos en cuenta la duración del mismo y la explotación
cinematográfica que ha tenido. En resumen, El Hobbit, en su conjunto, no está mal, pero le pesa
de donde proviene. Y La batalla de los cinco ejércitos tiene el
mismo problema que sus dos predecesoras. Aun con todo esto, no es una mala película,
pero algo hecho con más cariño y en conjunto con menos duración habría sido más
acertado.
Puntuación de CINEREW: 6 sobre 10
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