Niña de fuego

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Qué bueno que viniste, Carlos Vermut. Qué bueno que a estas alturas de la película nos ofrezcas propuestas como esta, tan alejadas de la reciente oleada de sagas millonarias, superproducciones y secuelas sacadas de la manga y guardadas en bolsas con el símbolo del dólar, las cuales, por supuesto son igual de meritorias y siempre(o a veces) necesarias. Sin embargo, la frecuente
escasez de alternativas, sea por el motivo que sea, aunque es sabido que mayoritariamente atiende a razones económicas, nos llevan a anhelar y, por tanto, a recibir con henchido entusiasmo películas como las que hoy analizamos en Cinerew, que no es otra que la gran Magical Girl. Y qué bueno, además, que sea un director de nuestro cine español, aquel socialmente denostado prácticamente ya por convención, el que nos brinde esta pequeña joya.


        
Fuente: http://aquiyallifilms.com/
Pero, ¿y por qué no pueden ser las películas de Vermut grandes taquillazos, o blockbuster para los neólogos, si en ellas aparecen superhéroes, secuestros, chantajes y hasta tiene asesinatos?  Receta ideal con los que se preparan cualquiera de los grandes thrillers de éxito. Realmente no lo sé y tampoco es esa la cuestión. Lo cierto es que Carlos Vermut, con Diamond Flash primero, y con Magical Girl ahora, está empezando a tallar su nombre en el panorama cinematográfico patrio, y estoy seguro que pronto también en el internacional, ya que después de arrasar en el último Festival de San Sebastián,  todo apunta a que se debe ir preparando algún que otro discurso para la próxima gala de los Goya.

Magical Girl es fría. Fría como la mirada de sus personajes. Está en primer lugar Luis, cuya única ambición en la vida es contentar la de su hija de 12 años, que se acaba, comprándole un carísimo vestido japonés. Para ello tendrá que recurrir a chantajear a Bárbara, una mujer atrapada por su propia personalidad, quien solamente quería un abrazo del hombre al que acababa de vomitar en el rostro, y que empezará a pagarlo caro teniendo que someterse a sesiones oscuras y misteriosas que le dejaran profundamente marcada física y psicológicamente. Por último aparece Damián, un antiguo profesor de Bárbara, y excarcelario para más bombo, con el que también guarda una extraña relación, y que se convertirá en su heroico vengador.

Fría es también la construcción que se va generando a través de la fotografía, el montaje pausado, una trama que va creciendo sin que te des cuenta y que te termina dejando helado no solo hasta el final de la película, sino que se prorroga en el tiempo indefinidamente, en función de la conexión que hayas entablado con la obra. Como debe ocurrir con las grandes películas.

Frío es su discurso. Un profesor en paro y solo a cargo de una hija terminal; una mujer con trastornos mentales que solo  se ve liberada de la tensión cuando imagina entre carcajadas lo que sería arrojar a un bebe por la ventana; el chantaje desesperado; prácticas masoquistas, inteligentemente ocultas en la película, llevadas al límite; sentimientos tan fuertes que conducen al asesinato…y un largo etcétera que es dominado y tratado a la perfección por su director.

Para permitirnos cierta dosis de sosiego, se entremezclan algunos diálogos y situaciones geniales, como el que tiene lugar entre Luis y su hija, sentados a la mesa, donde ella le pide probar el tabaco y un gin-tonic, y él, tras encenderle el cigarrillo le contesta que no sabe si le queda tónica. O incluso hay tiempo para conversar sobre la degeneración futbolística justo antes de acontecer el clímax final. Situaciones estas llevadas a cabo magistralmente por sus intérpretes, los inspirados Luis Bermejo, Lucía Pollán, Barbara Lennie y José Sacristan, además de las apariciones, a la altura de las circunstancias, de otros como Javier Botet, Israel Elejalde, Elisabet Gelabert o Mikel Insúa.

     
Fuente: http://aquiyallifilms.com/
Y entre tanta frialdad surge la niña de fuego, de Manolo Caracol, mientras en escena vemos al justiciero profesor, como si de un torero antes de salir al ruedo se tratara. Y pistola en mano, acomete su particular lidia, reservándose una última bala para ti, espectador, que tocado saldrás de la sala de cine, preguntándote si ahora eres tú el que se ha quedado encerrado en la habitación del lagarto negro. Queriendo salir para ver con ansia el próximo truco de magia de Carlos Vermut. 


Puntuación de CINEREW: 9 Sobre 10



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