La televisión le ha dado un crochet al cine convencional. En
los tiempos que corren, es raro no encontrarse a alguien absolutamente
“enchufado” por alguna serie. Y no es para menos. Bastaba solo con ver la
última gala de los Emmy, la cual se llenó de auténticas obras de arte que
dividieron el corazón de los seriéfilos y que dejaba la sensación de que
cualquiera era merecedora del máximo galardón.
En el caso de Juego de tronos, poco se puede decir que no se haya dicho
hasta ahora. Es algo diferente. Algo que
nunca habíamos visto antes.
Tras cuatro temporadas, la serie ha alcanzado unas cotas de
calidad que serán muy difíciles de superar. Además, el respaldo de la audiencia
ha ido creciendo a límites desorbitados. Es difícil ir a la universidad o al
trabajo y no encontrar a nadie con quien hablar sobre cuál será el futuro de
Tyrion o qué pasará con los Stark.
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Emilia Clarke como Daenerys Targaryen |
Como ya he dicho, es algo que no habíamos visto, he ahí la
clave de su éxito. Y es que, esa fuerza
con la que cada giro argumental te golpea en la cara y hace añicos las teorías
y expectativas que uno tiene sobre el futuro de los personajes y el desarrollo
de la trama es motivo más que suficiente para levantarse a aplaudir. Aquí el miedo está presente: ningún personaje
está a salvo y puede morir en cualquier momento. ¿Os imagináis de después de
siete temporadas Daenerys se disponga a poner rumbo hacia Poniente para reclamar
el trono de hierro y antes de que esto ocurra algún secundario que nunca ha
hecho el más mínimo ruido acabe con ella? Descabellado, pero aquí es posible.
¿Cuál es el otro puntazo a favor de la serie? Los personajes.
Y me explico con esto: si en algo creo que ha fallado el cine de género y
comercial es en su clasificación de personajes. Se nos hace pensar que la gente
o es buena o es mala, sin más camino que elegir. Juego de tronos coge este
argumento y lo tira a la basura, ya que demuestra que nadie es bueno o malo del
todo. Tanto es así que ha sido capaz de conseguir que un gran número de
seguidores le cojan un cariño descomunal a un hombre que mantiene una relación
de incesto con su hermana melliza (Por no hablar de un enano borracho que pasa
la mayor parte del tiempo en un burdel).
Eternos podrían ser los estudios sobre Juego de tronos. Es
más, en alguna universidad de U.S.A ya se estudia a fondo y algún político como
Pablo Iglesias la menciona como un ejemplo magnífico del reparto y el ansia de
poder. Pero lo más importante es que, siendo solo analizada como una serie
destinada al entretenimiento, se puede llegar a fácil a la conclusión de que se
trata de una grandiosa obra maestra.
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Jaime y Tyrion Lannister durante la cuarta temporada |
El invierno, por quinto año consecutivo, llega con retraso,
en Abril. Y nosotros lo esperamos con una sonrisa de oreja a oreja. El norte no olvida, nosotros tampoco.
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